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El futuro del ESG y las finanzas sostenibles

La actual crisis ha generado un nuevo paradigma en el mundo actual que resumimos en una pregunta: ¿cuál es el camino correcto? Nos obliga a replantearnos una serie de cambios que, al más puro estilo “Darwiniano”, solo los más aptos adoptarán para poder sobrevivir ante una nueva coyuntura y exigencias.


Las finanzas sostenibles son parte de este cambio, si bien, durante muchos años este apartado se había dejado un poco de lado, la nueva normalidad que enfrentaremos exige un golpe de timón, encaminado hacia la descarbonización y responsabilidad social por medio de una mayor seriedad en los criterios ESG de las inversiones.



Las inversiones con criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo, están dejando de ser temas específicamente de nicho, para convertirse en un tema obligado al momento de tomar una decisión sobre consumo o inversión y cómo esta repercute en el mediano y largo plazo.


Es inevitable asumir que la crisis actual no está relacionada con el manejo desenfrenado de los recursos globales, siendo tal vez la última oportunidad que existe para poder adaptar los mecanismos existentes hacia una economía verde. Todo momento de crisis crea una serie de oportunidades para aquellos que hacen las cosas de manera distinta a los demás, lo cual puede generar mercados más sostenibles y resilientes sin comprometer al planeta.


Las grietas expuestas por el coronavirus acelerarán y encaminarán las decisiones de las compañías hacia la sostenibilidad. Por una parte, se encontrarán todas aquellas compañías que basan sus decisiones y estrategias en conocimiento científico y buscarán profundizar en ello para sortear de mejor manera las crisis globales, y, por otra parte, aquellas que se verán obligadas a tomar en cuentas las mejores prácticas ESG con la finalidad de generar confianza y credibilidad entre el público inversionista, siendo la reputación un activo clave durante situaciones adversas.


Se dice que no existe crisis igual a las vividas previamente y para prueba de ello podemos recordar lo ocurrido en 2008; después del colapso del sistema financiero global el mundo exigió mayor transparencia y rendición de cuentas sobre las acciones del sector privado, específicamente, el sector financiero. Posteriormente, compañías de escala global tuvieron que realizar cambios drásticos en su cultura empresarial, tomando en cuenta que el mundo se encontraba tan interconectado, tal que resultaba imposible aislar un hecho de esta magnitud. En consecuencia, los bancos han generado mecanismos prudenciales ante estos escenarios, incrementado sus niveles de capitalización, modificando sus criterios de originación, etcétera.


2020: Piedra Angular Hacia la Transición ESG


Durante la crisis actual por coronavirus, empresas como Firmenich, InBev y General Motors, por mencionar algunas, han tomado muy seriamente la idea de ajuste, adaptación y supervivencia, pasando de las fragancias y bebidas alcohólicas al desinfectante para manos, y de los automóviles a los ventiladores para enfermos de COVID-19.


Lo visto el pasado 9 de marzo generó en los mercados una disrupción que orillará gradualmente a los inversores a acelerar el cambio a instrumentos financieros orientados a temas ESG, debido a una tormenta que atacó por ambos flancos, por un lado, una alerta de expansión global sobre casos de coronavirus, y, por otro lado, una estrategia por parte de Arabia Saudita de inundar los mercados con petróleo.


El grado de descomposición del mercado ocasionado por esta tormenta perfecta acelerará de manera exponencial la migración de flujos de inversión a empresas con criterios ESG, como parte de esta nueva realidad donde la “generación de alfa” estará más estrechamente ligada con la sostenibilidad de mediano y largo plazo de las inversiones, es decir, el pensamiento efímero de buscar inversiones responsables y sostenibles ha pasado a ser un tema serio.


Este nuevo rumbo genera una brecha que rápidamente cerrará el mercado, donde aquellos más aptos y con información de mayor calidad tomarán posiciones en empresas “verdes” con la finalidad de adelantarse al mercado. Tomarán posiciones importantes en empresas con un perfil de rentabilidad sostenible a largo plazo, por lo que el momento idóneo puede ser este, aunque no lo sabremos hasta pasado un tiempo.


La nueva necesidad de conocer y medir el impacto que existe sobre las inversiones ha llegado junto con las nuevas generaciones de inversionistas, los cuales, buscan invertir en empresas con valores afines a los suyos, buscando formar parte de la solución de los innumerables retos existentes. Si bien, probablemente los inversionistas más jóvenes sean más afines a inversiones sostenibles, el estándar del mercado se encuentra en una fase de transición, donde existirá una mayor apertura y transparencia que poco a poco empujará a invertir en aquellas compañías con los mejores manejos ESG.


Desde 2015, año de la firma del acuerdo de París y adopción de la Agenda de Desarrollo Sostenible, Europa ha encabezado la inclusión de políticas ESG, con alrededor del 65% de las propuestas regulatorias globales, seguidos de Asia y Latinoamérica, mientras que, Estados Unidos, siendo uno de los mayores mercados de capitales, se ha mantenido contenido en la inclusión de regulación ESG.



A lo largo de los años, el capitalismo financiero se ha traducido en una visión de corto plazo. La actualidad exige un pensamiento de conjunto, donde los intereses de las diversas partes involucradas se alineen, y así, lograr una financiación sostenible. Es ahí donde los componentes ESG, más que una obligación, son una solución. Más que una erogación de gasto para las empresas es una inversión de resultados tangibles.


Durante 2020 se harán tangibles los beneficios de los títulos de deuda vinculados a la sostenibilidad, lo cual, podría comenzar a desplazar un mayor volumen de inversión hacia instrumentos “verdes”, además, los costos asociados con el daño ocasionado al medio ambiente comenzarán a afectar de manera importante los rendimientos de las empresas no sostenibles.


En este nuevo entorno, el capital será mayormente desplazado hacia aquellos lugares mejor posicionados en temas sostenibles, renovando cadenas de suministro que podrían cambiar la dinámica que conocemos hoy en día. Por ello, no es extraño que China tenga una gran ambición verde actualmente, ya que buscará posicionarse en los mercados globales con sus mercancías a través de productos e industrias con tintes ESG, siendo esta una estrategia para llegar primero y a más mercados en cuanto la ola sostenible lo permita.


Incorporar los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el Modelo de Negocio


Solo aquello que se puede medir puede ser mejorado, por ello, los objetivos de desarrollo sostenible toman un papel fundamental en los mercados, pero ¿por qué son tan importantes?, la respuesta es simple, se estima que se requieren entre 5 y 7 billones de dólares al año para poder alcanzar la meta de emisiones hacia 2030, lo cual representa entre el 25 y 40 por ciento de la inversión a nivel mundial.


El uso de las nuevas tecnologías, y objetivos y métricas claramente definidos, harán que, la transición hacia una economía circular sea más eficaz, logrando disminuir la brecha actual entre los objetivos planteados y el avance logrado, lo cual requerirá de una inclusión y democratización de los mercados financieros.


La inclusión de tecnologías puede generar una disminución importante en los riesgos que frecuentemente se viven en las economías en desarrollo, por ejemplo, en Afganistán la corrupción ha desaparecido 8 mil millones de dólares en los últimos años, en contraste, India pudo ahorrar 9 mil millones de dólares mediante la digitalización de los pagos de protección social. Lo anterior, impulsado por organizaciones con vocación social que buscan impactar en economías no desarrolladas, donde los avances tecnológicos y regulatorios suelen ser menos actuales.


Debido a los marcos de inversión ESG y las diversas actividades de inversión de impacto social y/o ambiental (fundaciones, asociaciones, etc.), el capital humano se ha convertido en uno de los puntos focales de las organizaciones, pese a los avances importantes que se tienen en las áreas de inteligencia artificial, aprendizaje automático y big data.


Esta nueva organización social y tecnológica ha llevado a una creciente demanda de espacio en las ciudades, las cuales generan alrededor del 70% de las emisiones globales de CO2 . Esta creciente demanda de espacios generará una serie de oportunidades de inversión, la cual estará principalmente enfocada en generar ciudades inteligentes ad hoc a los requerimientos de sostenibilidad y medio ambiente.


La industria de la construcción se convertirá nuevamente en uno de los pilares fundamentales del desarrollo sostenible, principalmente impulsada por el internet de las cosas y la impresión 3D, herramientas que pueden ayudar a generar ciudades más tecnológicas, accesibles y sostenibles.


Los diversos especialistas en inversiones con criterios ESG consideran que las oportunidades de inversión se encuentran actualmente en la actualización o desarrollo de ciudades inteligentes; las estimaciones apuntan que para 2050 aproximadamente 7 mil millones de personas vivirán en las ciudades, por lo que el volumen de potenciales clientes lo convierte en uno de los principales segmentos a considerar, ya que podría alcanzar los 240 mil millones de dólares en 2025.


Transición Hacia una Economía Circular


Con el crecimiento vertiginoso de los centros urbanos, el consumo de productos y la generación de desechos crecerá de manera importante, por lo que se requiere de una adaptación hacia la economía circular, la cual, modificará el vínculo existente entre crecimiento económico y recursos naturales.


La economía circular ha comenzado a ser una parte fundamental de las grandes compañías en la nueva era, por ejemplo, Apple Inc. ha comenzado a construir dispositivos a base de materiales 100% reciclados, lo cual abona a los criterios ESG a través de una importante reducción de su huella de carbono en toda su línea de producción, dejando de requerir al mercado materiales que tienen que ser extraídos de minas alrededor del mundo y por ende contaminado cientos de miles de litros de agua, aunado a la potencial explotación de trabajadores en economías emergentes que conlleva dicha actividad.


El calentamiento global y los desperdicios que generan las empresas y los individuos han tomado mayor relevancia, requiriendo de un sistema económico de mayor eficiencia en una época donde la tecnología ha logrado un desarrollo importante en la producción, manejo y reutilización de recursos.


Hoy en día, podemos fomentar el desarrollo de economías sin recursos naturales bastos, a través de diversos mecanismos que conforman la economía circular incluyendo cadenas de producción y suministro de productos reciclables, recargables y duraderos.


Es decir, se requería de un desarrollo tecnológico importante para poder encaminar a la economía global hacia un desarrollo sostenible; ahora que el desarrollo tecnológico ha llegado a ese punto, necesitamos enfocar los esfuerzos globales hacia cuestiones que abonen a mitigar el cambio climático y las diversas problemáticas que hoy nos han llevado al borde del abismo.


Agentes Estratégicos para Implementar un Perfil ESG Responsable


Estos avances ESG en las compañías no son completamente resultado de sus decisiones, sino que existe toda una exigencia de distintos agentes que han impulsado el desarrollo en este tema. De acuerdo con Keesa Schreane, Directora de Riesgo y Sustentabilidad de Refinitv, los verdaderos responsables del cambio son aquellos que están tras bambalinas, como pueden ser las empresas de inversión, los investigadores y los gerentes de las compañías.


Si bien existe un número importante de involucrados en la sostenibilidad de las compañías, el cargo de Director de Sustentabilidad (CSO por sus siglas en inglés: Chief Sustainability Officer) ha comenzado a resonar en diversas partes del mundo, siendo incorporado en cada vez más compañías, lo cual refleja el compromiso que han tomado los diversos actores del mundo corporativo para poder medir y mejorar los aspectos de sostenibilidad, antes de ser “castigados” por parte del mercado al ignorar este rubro fundamental.


Hoy en día no existe un registro de bancarrota relacionado directamente con el incumplimiento de un perfil ESG, pero si podemos destacar una historia de bancarrota ocasionada por los estragos del cambio climático y manejo desmedido de recursos. La mayor compañía de energía de California PG&E se declaró en enero de 2019 en bancarrota debido a una ola de incendios forestales.


Sumado a ello, durante los últimos tres años, Estados Unidos ha registrado el mayor número de reclamaciones de seguro por efectos climáticos. Este incremento en el riesgo puede elevar los precios de los seguros, lo que, a su vez, incrementará el costo de operación de las empresas y podría, en casos muy específicos, volverlas poco rentables orillándolas a la bancarrota.


Requerimiento Apremiante


Durante los últimos años 1 de cada 4 dólares en el mundo ha sido invertido en cuestiones sostenibles, lo cual ha significado hasta 2019 en un acumulado de 30 billones de dólares, aproximadamente 1.5 veces el PIB de Estados Unidos. En cuanto al mercado de bonos verdes, este también ha mostrado incrementos importantes pasando de 2,600 millones de dólares en 2012, a más de 200 mil millones de dólares en 2019.


Solo aquello que se puede medir puede ser mejorado. En octubre 2020, 80 inversionistas institucionales mexicanos, incluidos fondos de pensiones y compañías de seguros que administran un total de 6.3 billones de pesos (US$ 293 mil millones) firmaron una declaración pública pidiendo a las compañías locales que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y aumenten sus divulgaciones de ESG de acuerdo con las recomendaciones y conceptos globales de la Consejo de Normas de Contabilidad de Sostenibilidad (SASB).


Como mencionamos anteriormente, el apartado ESG ha pasado de ser una opción a una necesidad, debido a que funge como puente entre los diversos participantes del sistema financiero. Por un lado, se encontrarán aquellos que requieren generar información para atraer inversión, y en contraparte, todos aquellos que buscan opciones de inversión que afecten de manera positiva el desarrollar de las personas elevando su nivel de calidad de vida.


En resumen, los componentes ESG son hasta ahora la única herramienta que se tiene para poder lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados, haciéndonos entender cuan alejados estamos.


Para lograrlo, debemos apuntalarnos en el desarrollo tecnológico, el cual, ha generado herramientas que posibilitan una mejora importante en el manejo y eficiencia de los recursos, ampliando las opciones de inversión y mejorando el manejo de los mismo.


Este nuevo valor añadido que es la sostenibilidad está generando una brecha importante en los mercados, por lo que, solo aquellos más aptos y en favor de un mayor nivel de información y perspectiva aprovecharán el rendimiento adicional que el mercado ofrece por estar en favor de una economía circular y resiliente.

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